jueves, 21 de agosto de 2014

El Palacio de Cnossos

El los restos del palacio Cnossos, a pesar de ofrecer un aspecto en forma de laberinto, fue el punto clave de la civilización minoica. La idea de los arquitectos que diseñaron este palacio era que los rayos solares inundaran de luz todas las estancias palaciegas, haciendo hincapié en los frescos que cubrían sus paredes. El gran patio central separaba el palacio en dos partes: la oeste, cuyas dependencias eran de carácter oficial y religioso, como por ejemplo el salón del trono; y la parte este, encargada de alojar las estancias privadas, con estructura más laberíntica. Desde la escalera principal los pasillos se bifurcan hasta llegar a la sala de las dobles hachas y el mégaron de la reina.



El patio central ocupaba un espacio de 58x28 m y a su alrededor se articulaban las estancias reales. Sus fachadas estaban decoradas con los "cuernos de la consagración".


En el interior del salón del trono se levanta un trono de piedra, el más antiguo conservado en Occidente, y en cuyo alrededor se extendía un banco corrido. Es posible, que esta sala estuviese dedicada a los rituales religiosos de los minoicos.

En la zona oeste del palacio, tras las dependencias oficiales, se encuentran los almacenes reales. En ellos se depositaban los pithoi, tinajas de gran tamaño, que se utilizaban para conservar cereales, aceite y vino, entre otros productos.


El mégaron de la reina se encuentra en el ala este del palacio, se trata de los aposentos de la reina: su apartamento privado, su tocador y su baño. Las paredes del mégaron estaban decoradas con el fresco de Los delfines.

Al sur del palacio se ubica un propileo, un pórtico columnado que da a un corredor decorado con frescos de jóvenes caminando en una procesión. Las figuras son representadas con el torso desnudo, detalle común en los frescos minoicos.

En el exterior del palacio se encuentra un patio de forma irregular pavimentado con losas de piedra. Sobre este patio discurre una vía procesional que termina en un extremo del patio.


Laura Lastra

lunes, 18 de agosto de 2014

Talasocracia: Los minoicos dominan el mar


Creta mantuvo estrechos contactos con su entorno, pero no podemos hablar en sentido estricto de un imperio colonial. ¿Hasta qué punto esta amplia red de contactos comerciales revela la existencia de una poderosa armada capaz de someter a tributo a las ciudades del Egeo? ¿Impusieron los minoicos estas relaciones mediante el uso de la fuerza? A la hora de confirmar la capacidad naval de los cretenses nos encontramos con un gran problema: no se han encontrado vestigios reconocibles de embarcaciones minoicas en el fondo del mar, aunque nos podemos hacer una idea aproximada de cómo eran dichas embarcaciones gracias a las representaciones que se han conservado en tumbas y santuarios, en dibujos inscritos en sellos y anillos de la época, y en representaciones pictóricas, como por ejemplo, el famoso fresco de La Flotilla encontrado en la isla de Tera. La respuesta a esta cuestión está en la interpretación que se dé a este fresco, fechado hacia el año 1600 a. C. ¿Se trata de barcos de guerra durante una expedición militar? ¿Se trata del ataque por mar de algún emplazamiento costero africano, como indica la presencia de determinados animales (leopardos y leones) y los rasgos físicos de algunos de los personajes, por parte de una armada cretense, o, por lo contrario, de la defensa de un enclave minoico del mar Egeo ante el asalto de agresores extranjeros? Durante los últimos años ha prevalecido la interpretación militar del fresco La Flotilla , pero ha comenzado a ganar terreno la hipótesis según la cual esta obra refleja una procesión náutica de carácter festivo y que los hombres armados que se observan en ella no son sino una suerte de guardia de honor, lo que vendría también a destacar el prestigio de la flota cretense.

El predominio marino que los cretenses acreditaron en el curso de los siglos presupone, sin lugar a dudas, tanto la autoridad de una poderosa flota de naves como la solvencia administrativa de unos centros palaciales de poder. Su período de máximo esplendor se concentra entre la etapa de la construcción de los nuevos palacios de Cnossos, Festos o Malia, y su misteriosa destrucción, paradójicamente producida por el mar.
El último enigma histórico a cerca de la civilización minoica es el de su final. Los restos arqueológicos muestran que a mediados del siglo XV a. C. eran los micénicos, y no los cretenses, quienes ocupaban los palacios de la isla. El sistema económico de los centros de poder parecía haber sufrido un colapso total, y las riendas del gobierno pasaron a mano de los micénicos, que comenzaban a tomar fuerza en la Grecia continental.

Fue Spyridon Marinatos, discípulo de Evans, quien formuló la hipótesis de que la súbita desaparición de la civilización minoica se había debido a una catástrofe natural violenta inimaginable, y no a la invasión de los micénicos, como se había creído hasta entonces. En el año 1939, tras observar el suelo de Creta, Marinatos manifestó que el foco devastador de la civilización minoica se encontraba en la isla de Tera, a 120 km de la costa de Creta. Según los estudios arqueológicos, la súbita desaparición de la sociedad cretense se debió a que, hacia el año 1500 a. C., el volcán de la isla de Tera entró en erupción, quedando fragmentada en tres partes y originando un potente tsunami que provocó la destrucción de la flota cretense y el colapso del sistema de administración palacial minoico. Puertos como los de Katsamba, Amnisos, Malia, Festos o Cnossos quedaron totalmente destruidos y, en consecuencia, su producción y economía quedaron paralizadas.

En consecuencia de la destrucción del sistema cretense los micénicos se aprovecharon de esta situación de debilidad para tomar posesión del lugar. De este modo, hacia el año 1450 a. C., los micénicos, guiados por su belicosidad y aprovechando el amplio conocimiento que tenían sobre Creta y sus defensas, conquistaron la isla y, tras saquear sus ciudades y palacios, se apoderaron de Cnossos y otros centros de poder, colocando al mando a sus propios príncipes. Fueron ellos quienes desde ese momento hasta el final de la Edad del Bronce marcaron el paso en el ámbito del Mediterráneo oriental.

Laura Lastra

miércoles, 13 de agosto de 2014

Creta y la cultura minoica

Creta ocupa un lugar privilegiado en el Mediterráneo oriental, por lo que tuvo muchos contactos con Egipto y las potencias de Asia occidental. Su rápida introducción en el ámbito internacional hizo que sus palacios, como el de Cnossos y Festos, se convirtieran a comienzos del siglo II a. C. en un imperio comercial que se extendía por las islas del Egeo y alcanzaba la Grecia continental. Los micénicos, cuya fortaleza se hallaba en Micenas, quedaron fascinados y comenzaron a adoptar el estilo, la cultura y el modelo de administración minoico, en el que la escritura era fundamental. Hacia el año 1450 a. C. los micénicos reemplazaron a los minoicos y tomaron sus centros de poder. De este modo, ocuparon las rutas del Mediterráneo y dominaron Grecia continental, siento reconocidos como potencia extrajera por el imperio Hitita. 

EL DESCUBRIMIENTO DEL PALACIO DE CNOSSOS
En el año 1900, el arqueólogo británico sir Arthur Evans comenzó a excavar en un terreno que había adquirido en Cnossos, en la costa norte de Creta. Así pues, dio a conocer al mundo los vestigios de una civilización que había permanecido bajo tierra por más de tres mil años. Evans dio a la civilización que acababa de descubrir el nombre de minoica, en honor al rey Minos, quien fue el primero en establecer un imperio basado en el dominio del mar. Esta hegemonía llevó a Creta a mediados del siglo II a. C. a ser uno de los principales protagonistas del Mediterráneo oriental durante la Edad del Bronce.
En este terreno, Evans sacó a la luz una descomunal construcción, compuesta por más de un millón de dependencias palaciegas, almacenes y salas de ceremonias que se comunicaban entre sí a través de un entramado de escaleras y corredores, una construcción cuya complejidad evocaba la forma de un laberinto.

LA CULTURA PALACIAL
Los palacios que se encuentran construidos a lo largo de la isla son el rasgo que define la cultura cretense. Estos monumentos no solo cumplían la función de morada del rey, sino que eran los puntos de actividad comercial y económica de toda la civilización.
Están estructurados en torno a un gran patio central, reservan la zona inferior para los almacenes, los archivos y las salas de carácter religioso, mientras que los pisos superiores albergan las dependencias reales. Una de las características más importantes de estos complejos es la ausencia de murallas, por lo que se intuye que los cretenses tenían mucha confianza en su capacidad marinera, revelada por le hecho de que desde época neolítica, según los datos arqueológicos, los minoicos mantuvieron contactos con otras culturas, que evidentemente, solo pudieron producirse a través del mar.
Con el desarrollo de la cultura neopalacial (1700-1450 a. C.) se produjo la expansión por el Mediterráneo el estilo de vida minoico: el arte, la cultura, la arquitectura, las costumbres funerarias, rituales religiosos, etc. En todo el ámbito del Egeo no solo se expandió la cultura, el modo de vida y los productos cretenses, sino que también los minoicos crearon colonias fuera de Creta. Entre 1700-1500, el auge de la cultura minoica, se produjo un auge de población, que a su vez provocó la formación de más colonias en el exterior, fundamentalmente en las islas del Egeo, como por ejemplo en la isla de Tera (Santorini) en la que se fundó la ciudad de Akrotiri hacia el año 1550 a. C., de la que procede una gran cantidad de obras pictóricas, las cuales hoy en día son las obras más representativas de la cultura minoica. En consecuencia, los cretenses llegaron a Grecia continental y su influencia sobre los micénicos es indudable, cultura que comenzó a despuntar en torno al siglo XVI a. C., una sociedad de guerreros que con el tiempo acabó a los minoicos el poder del mar. El elemento más importante que adquirieron los micénicos de los cretenses fue, sin duda, el sistema de escritura sobre el que, gracias a sus ventajas a efectos administrativos y comerciales, primero los minoicos y después los micénicos sustentaron a su poder. Desde el período de los primeros palacios, la actividad comercial de los cretenses quedó plasmada en tablillas por medio del sistema de escritura Lineal A, que aun sigue sin descifrarse. Este sistema, anterior al alfabético, fue adoptado por los micénicos para escribir en su propia lengua, el griego, y así llevar a cabo sus registros contables.


Laura Lastra